El Pacto entre Dios y Abram
- Iglesia de Cristo, Resplandece
- 26 abr
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El pacto entre Dios y Abram, que más tarde sería conocido como Abraham, es uno de los eventos más significativos narrados en el libro del Génesis, en la tradición judeocristiana. Este pacto no solo sienta las bases para la identidad del pueblo de Israel, sino que también establece un paradigma teológico sobre la relación entre lo divino y lo humano. En este ensayo, se explorará cómo se establece este pacto, su significado y sus implicaciones a lo largo de la historia bíblica.
Abram, originario de Ur de los Caldeos, es llamado por Dios para abandonar su tierra natal y viajar hacia una tierra que se le prometió, conocida como Canaán. Este llamado, que se encuentra en Génesis 12:1-3, donde Dios le dice: "Ve de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre; y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren, maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra."
Promete hacer de Abraham una gran nación, bendecirlo y, a través de él, bendecir a toda la humanidad. No es meramente un mandato; es el inicio de una relación especial entre Dios y Abram, que se concretará en un pacto formal.
El contexto de la época en que vive Abram es crucial para entender la magnitud del pacto. En un entorno donde predominan las polígamas y múltiples divinidades, la elección de Dios de un hombre en particular marca un hito. El acto de elegir a Abram como el patriarca de una nueva nación implica un desafío a las normas culturales y religiosas de su tiempo.
El establecimiento del pacto
El pacto se formaliza en varios momentos a lo largo de la narrativa bíblica. En Génesis 15, se presenta una de las primeras y más significativas manifestaciones de este acuerdo. En una visión nocturna, Dios le promete a Abram numerosos descendientes y le reafirma la promesa de la tierra. Este encuentro culmina en un ritual solemne en el que Abram sacrifica animales y Dios, en forma de antorchas, pasa entre ellos, simbolizando el compromiso irrevocable del pacto. La frase “Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos” (Génesis 15:7) destaca la autoridad divina detrás de esta promesa.
El Pacto Incondicional
Es interesante notar que el pacto con Abraham es considerado por muchos teólogos como un pacto incondicional. Esto significa que la promesa de Dios a Abraham no está sujeta a las acciones humanas, sino que es un compromiso divino irrevocable. En Génesis 15, Dios formaliza el pacto mediante un ritual en el que Él mismo pasa entre los animales sacrificados, simbolizando que Su promesa está garantizada.
Elementos del pacto
El pacto entre Dios y Abram incluye varios elementos clave:
1. Promesa de descendencia: Dios asegura a Abram que su linaje será numeroso, incluso cuando él y Sara son ancianos y estériles. Esta promesa se convierte en un tema recurrente en la narrativa patriarcal.
"Mira ahora los cielos y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia." Esta promesa se vuelve especialmente significativa dado que Abraham y su esposa Sara eran ancianos y no tenían hijos. La concepción de Isaac, el hijo prometido, es vista como el cumplimiento de esta promesa, y representa la fidelidad de Dios a su pacto.
2. Tierra:
Uno de los elementos centrales del pacto con Abraham es la promesa de una tierra, la cual se conoce como la Tierra Prometida. En Génesis 13:14-15, Dios reafirma esta promesa después de que Abraham y Lot se separan:"Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y el oriente y el occidente; porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre."
La tierra específica que será heredada por sus descendientes es fundamental. En Génesis 15:18-21, Dios especifica los límites de esta tierra, lo que establece un derecho territorial que marcará la historia del pueblo de Israel.
3. Relación privilegiada: El pacto implica una relación especial entre Dios y Abram, y posteriormente con su descendencia. Esta relación se caracteriza por la fidelidad y la obediencia, lo que se refleja en varias instancias de la vida de Abram.
4. Circuncisión:
Un componente importante del pacto es el signo de la circuncisión, que se establece en Génesis 17:10-11: "Este es mi pacto que celebraréis entre mí y vosotros, y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón entre vosotros. Y circuncidaréis la carne de vuestro prepucio, y será por señal de pacto entre mí y vosotros."
La circuncisión no solo es un rito físico, sino que también simboliza la dedicación del pueblo a Dios. A través de este acto, los hombres de la familia abrahámica se identifican como parte del pacto divino. La circuncisiónes un rito que marcará a todos los varones de su casa como parte de la alianza. Este acto tiene connotaciones de pertenencia y distinción frente a otras naciones.
El pacto con Abram tiene profundas implicaciones teológicas.
En primer lugar, establece la noción de fe como un elemento central en la relación con Dios. La respuesta de Abram a la llamada divina, expresada en su disposición para partir sin conocer el destino, es vista como un modelo de fe.
Además, el pacto es una manifestación del amor y la gracia divinos. Dios elige a Abram no por su mérito, sino por su propósito soberano de bendecir a toda la humanidad a través de sus descendientes. Esta idea de bendición universal se encuentra en Génesis 12:3, donde se afirma que "serás bendición", sugiriendo que la elección de Abram tiene un alcance más allá de sí mismo.
Herencia y continuidad del pacto
Génesis 12:2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Génesis 17:7-9 ´´Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones.´´
A través de Isaac, su hijo, y Jacob, su nieto, la herencia de este pacto se transmite, estableciendo así un triángulo patriarcal fundamental en la narrativa israelita. Jacob, quien más tarde recibe el nombre de Israel, se convierte en el fundador de las doce tribus. El pacto no solo se limita a un individuo, sino que se extiende a una nación entera.
La continuación del pacto a lo largo de la historia de Israel muestra la fidelidad de Dios ante la infidelidad humana. A pesar de las numerosas transgresiones del pueblo de Israel, el pacto se mantiene como un recordatorio de la gracia divina. Esta perseverancia de Dios se refleja en las promesas repetidas y renovadas a lo largo de las Escrituras, culminando en la figura de Jesucristo en la tradición cristiana, quien es visto como el cumplimiento final de estas promesas.
Génesis 46:3 Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación.
Implicaciones Teológicas
El pacto de Dios con Abraham tiene profundas implicaciones teológicas que se extienden más allá de su tiempo. Se considera que este pacto establece el paradigma del trato de Dios con la humanidad: un compromiso de amor, protección y fidelidad. De hecho, el apóstol Pablo, en el Nuevo Testamento, relaciona las promesas hechas a Abraham con la llegada de Cristo. En Gálatas 3:29, escribe: "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa."
Esto implica que los cristianos son también partícipes de las bendiciones prometidas a Abraham, ampliando la comunidad de fe más allá del pueblo de Israel.
El pacto entre Dios y Abram es más que un simple acuerdo; es un hito que define la relación entre lo divino y la humanidad. Las promesas de descendencia, tierra y una relación especial trascienden el contexto histórico en el que se originaron y siguen resonando en las tradiciones religiosas contemporáneas. Este pacto no solo establece las bases para el pueblo de Israel, sino que también ofrece un modelo de fe y confianza en la providencia divina, invitando a los creyentes a reflexionar sobre su propia relación con Dios. En última instancia, el relato del pacto con Abram nos recuerda que la historia de la Salvación está profundamente entrelazada con la fidelidad de Dios a lo largo de los tiempos.
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